jueves, 22 de agosto de 2013

La prevalente: Los comienzos.

Hola chicos, hace tanto que no paso por acá que quería dejarles algo, aunque sea un poco corto y pobre. Espero les guste.

La prevalente, Alex y Azul discuten las primeras semanas.

―¿Sola? ¿Completamente sola?― preguntó Alex con ojos curiosos―. No tienes pinta de ser muy mayorcita para andar por pleno Manhattan sin compañía de nadie.
Mientras cerrábamos el negocio y nos dirigíamos cada uno a nuestros hogares, a mi compañero de pronto, como un gran centenar de veces, le ha picado la curiosidad respecto a los interrogantes que tengo ocultos bajo la manga.
Mis labios se convirtieron en una línea fina, al tiempo que entrecerraba los ojos.
Me giré sobre mis propios talones y lo observé.
―¿Y a ti qué más te da?― espeté molesta, casi gruñendo.― Tú tampoco eres muy mayorcito― intentar imitar su tono despreocupado y condescendiente en esta palabra no sirvió de mucho, es más, se reía de mí―. Que tú creas que pasar una chica de un lado a otro es tener compañía es algo muy diferente.
Su sonrisa se ensanchó, pero pude ver la sorpresa asomando en sus ojos color miel.
―Eres dura, ¿he?. Siempre sales con lo mismo, Azul. ¿Acaso un tío te ha roto el corazón y ahora no dejas de echarle la culpa a todos aquellos que lleven un par de huevos encima?.― La pregunta era capciosa, pero de todos modos hizo que me quedara callada en mi lugar. Volvió a sonreír al ver mi reacción―. Y solo para aliviar tu preocupación, pero a mí no me va ser el niñero de nadie.
Dicho esto, tomó su mochila del ropero para empleados, me guiñó un ojo y comenzó a andar en dirección a la parada de buses. 

―Pero qué idiota― murmuré―. No tiene ni idea.

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