viernes, 23 de agosto de 2013

La prevalente: Fuego sobre el cristal.

Hola, como todos ya saben, estoy esperando la oportunidad de poder comprarme un computador propio para así poder escribir en comodidad, y aunque dije que no iba a hacerlo hasta que la tuviera, no pude evitar traerles algo porque estoy un poco desaparecida.
Recuerden que todo lo que leen en el blog no es oficial, obviamente está escrito, pero tiene que unirse y más adelante se va viendo las escenas que quedan y las que no, pero mientras tanto, espero disfruten.
Azul y Alex, la hora de la verdad...
Puede contener spoilers.

―¿Vamos a fingir que nos detestamos por mucho más tiempo? porque yo ya me estoy hartando de tus caprichos― me dijo irritado.
Escuchar esas palabras fue como si alguien me hubiera tirado un balde de agua fría, o dado un golpe en la boca del estómago.
¿Caprichos?. Podía aceptar una lista infinita de diferentes términos, pero lo que en el fondo me estaba matando, es que él no tenía ni idea de lo que realmente sentía y lo que era un capricho.
Tomé varias bocanadas de aire, pero podía sentir, luego de tanto tiempo, que las lágrimas querían salir. Intenté controlarme, pero estaba a punto de explotar.
Como estaba de espaldas a él, tenía cierta ventaja para que no notara mi desborde.
―No tienes ni idea― logré gemir entre dientes.
Escuché sus pasos un poco más cerca. No. No. No te acerques.
―¿Que no tengo ni idea?― preguntó con ironía―. Vamos Azul, no seas tan modesta, nos conocemos hace bastante. Podrías dejar de decir siempre la misma mierda, estás comenzando a cansarme― suspiró con pesar.― A veces... me dan ganas de alejarme, pero no puedo. Sé que no.
Otra vez. Un dolor agudo me atravesó el pecho, y fue tan potente que creí que iba a partirme en dos.
Un gemido involuntario salió de mi boca, acompañado por unas lágrimas. En respuesta, Alex corrió los pocos metros que nos separaban hasta situarse frente a mí.
Yo tenía los ojos cerrados, e intenté alejarme de él cuando escuché una exclamación de sorpresa.
―¡No quería decir eso!― comenzó a protestar. Pude notar el pánico en su voz.― Lo siento, Azul, por favor. No es verdad, es que no logro entenderte. Un día eres una persona muy dulce, y a la mañana siguiente actúas como si te hubiera hecho algo. Por favor...― dejó la frase inconclusa.
No lo podía controlar, estaba a punto de decirlo. Mi garganta estaba seca, y mis dientes apretados debido al enojo y al dolor, pero no podía evitarlo.
―¡Está bien! ¿¡Quieres saberlo!? ¿¡Qué quieres saber primero, he!? ¿Quieres que te cuente cómo diablos murieron mis padres? ¿Cómo los encontraron quemados, y sin partes del cuerpo? ¿O te interesa saber que he estado matándome de frío y hambre toda la vida? ¿Que el único amigo que tuve era un maldito delincuente que se suicidó? ¡Dímelo! ¿Qué mierda quieres saber, Alex?
Lo supe antes de verlo, lo había sorprendido, e incluso asustado. Su rostro se descompuso hasta quedar blanco como la cal, si era posible, y sus ojos miel se habían abierto de par en par, preocupados y llorosos.
Nadie hacía llorar a Alex. Tuve el presentimiento de que me había pasado de la raya.
―Nena...― susurró por lo bajo, con voz dulce. Odiaba que usara ese apelativo barato, pero de pronto, tan solo eso bastó para sentirme de nuevo en orden.― Lo siento tanto.
En un gesto impropio nuestro, me tomó por los hombros y me abrazó.
Solté un suspiro. El calor que emanaba de su cuerpo me hacía sentir serena, tranquila... e incluso querida.

―Lo siento tanto― murmuramos al unísono.

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1 comentario:

  1. =/ Pobre Azul, todo lo que ha sufrido. Y Alex... simplemente me encanta! Estoy pensando seriamente en hacer una vaquita entre tus seguidoras y regalarte la pc, asi te pones a escribir!!!!! Te quieroo

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